Dimensionar el impacto humano en los ecosistemas y sus servicios es una herramienta imprescindible cuando se trazan objetivos como preservar la biodiversidad y alcanzar un desarrollo sostenible. En esta línea el índice de huella humana, Human Footprint Index (HFI, según siglas en inglés), representa el impacto antropogénico sobre los ecosistemas y el medio ambiente natural.
En el estudio publicado recientemente en Journal for Nature Conservation, el equipo de investigación integrado por profesionales del INTA Santa Cruz, el Laboratorio de Recursos Agroforestales del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, la Universidad Nacional de Jujuy y la Universidad de Wisconsin-Madison (USA), pudo caracterizar el HFI en la Patagonia Argentina a través del paisaje, calificando las diferencias entre las principales áreas ecológicas, especialmente los paisajes boscosos.
Entre sus objetivos, el HFI presenta utilidad potencial para “identificar áreas de conservación prioritaria de acuerdo con su calidad de vida silvestre y valores de biodiversidad”, destaca Pablo Peri, investigador del INTA Santa Cruz y de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA) – CONICET. Y fue así como pudieron desarrollar un mapa del índice de huella humana para la provincia de Santa Cruz, incorporando variables regionales.
“Creamos un mapa HFI donde los puntajes variaron de 0, que representa una alta calidad de vida silvestre, a 1 que representa el máximo impacto humano, utilizando variables relacionadas con impactos humanos directos, por ejemplo: infraestructura, e indirectos como aquellos derivados de actividades económicas, incluidos los asentamientos, la accesibilidad, la industria petrolera y la producción de ganado ovino”, describe Peri.
Este tipo de metodología toma en consideración cuatro tipos de datos: densidad de población, transformación de la tierra, accesibilidad e infraestructura de energía eléctrica.
“Al utilizar datos locales el HFI deviene en una herramienta estratégica para el uso de la tierra, planificación para la conservación, evaluación del riesgo de extinción, conectividad del hábitat, así como en el diseño de infraestructura para la salud y bienestar humanos”, indica Peri.
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