En el marco del Día Mundial de la Salud, especialistas en enfermedades no transmisibles explican los factores de riesgo más frecuentes, los síntomas a tener en cuenta, las claves de la prevención y los últimos avances en tratamientos.
Las enfermedades no transmisibles (ENT) provocan en su conjunto 41
millones de muertes cada año, según los últimos datos de la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto representa 7 de cada 10
fallecimientos registrados anualmente a nivel global.
Enfermedades Cardiovasculares
Dentro de este grupo la cardiopatía isquémica es la que provoca mayor
mortalidad. Se trata de la enfermedad del corazón producto de un
sufrimiento del músculo cardíaco por la obstrucción de alguna de las
arterias que lo irrigan, que se llaman coronarias, a través de placas
que reducen el pasaje de sangre. Cuando esas placas obstruyen totalmente
el flujo de sangre se produce el infarto agudo de miocardio.
“La presencia de factores de riesgo, como hipertensión arterial,
diabetes, colesterol elevado, tabaquismo o sedentarismo, aumenta las
chances de padecer un evento cardiovascular. Adoptar hábitos saludables
como ejercitar, no fumar, comer en base a frutas, verduras, legumbres,
pescado, pollo, poca carne roja (1-2 veces al mes) y beber poco (1 copa
de vino por día) o nada de alcohol, evitar harinas y azucares refinados
reduce drásticamente la probabilidad de padecer un infarto agudo de
miocardio», explica el doctor Alberto Alves de Lima, Director Médico del
ICBA-Instituto Cardiovascular.
El experto advierte que en la Argentina muchos pacientes desconocen sus
factores de riesgo, y por eso no toman acciones para disminuir las
chances de sufrir un infarto, detalla.
Otro dato importante: en los pacientes con antecedentes de enfermedad
coronaria y en los mayores de 65 años, está indicada la vacunación
contra la gripe y la neumonía como medida de prevención.
En cuanto a los avances tecnológicos en la lucha contra la enfermedad
Alves de Lima, destaca la tomografía coronaria. “Es un método no
invasivo para evaluar las arterias coronarias, y en ciertos pacientes
permite evaluar con mucha precisión la anatomía coronaria sin
necesidad de realizar un cateterismo cardíaco invasivo. Además,
permite evaluar el ‘score’ de calcio (que es una técnica que da
información sobre la presencia, la ubicación y la extensión de la
placa calcificada en las arterias coronarias) lo cual también tiene
valor pronóstico para nuestros pacientes y puede guiar
terapéuticas”.
Cáncer de tráquea, bronquios y pulmón
El tabaquismo es el principal factor de riesgo asociado al cáncer de
pulmón: está relacionado con el 80% de los casos. “Claramente no
fumar es la conducta más simple para reducir la incidencia” de este
tipo de tumores, afirma el doctor Claudio Martin, jefe de Oncología
Torácica del Instituto Alexander Fleming. Otros casos están asociados
al radón domiciliario (un gas radioactivo inerte que se desprende de la
corteza terrestre y que puede acumularse en los domicilios) y a los
efectos de la polución ambiental.
“Lamentablemente la aparición de síntomas por cáncer de pulmón en
general se asocian a la presencia de una enfermedad avanzada que ya no
está en condiciones de ser operada. La única medida probada de
detección temprana es el uso de tomografía de tórax de baja dosis de
radiación”, agrega.
Cuando se logra este diagnóstico temprano a través de la tomografía,
existen posibilidades de realizar la intervención quirúrgica y reducir
la mortalidad. Pero el Dr. Martin advierte que, salvo algunas
iniciativas de detección precoz realizadas por instituciones, “no
existe aún un programa a nivel estatal que se haya instaurado”.
El especialista destaca que en los últimos años hubo “avances
revolucionarios en el tratamiento del cáncer de pulmón especialmente
con el desarrollo de terapias dirigidas y de la inmunoterapia. Estas
últimas consisten en un cambio del paradigma respecto de las
estrategias que utilizamos para destruir las células tumorales”
Lo que hace la inmunoterapia es anular los mecanismos con los que las
células tumorales evaden las defensas del organismo y así permite que
estas actúen. “En referencia a los tumores de pulmón que han
desarrollado metástasis (compromiso de otros órganos) la inmunoterapia
ha demostrado que, en pacientes que ya han recibido quimioterapia y
cuyos tumores crecieron, es mejor la inmunoterapia que la quimioterapia
tradicional logrando que los tumores se encuentren controlados durante
mas tiempo, los pacientes vivan más y con mejor calidad de vida y menor
toxicidad”.
En cuanto a las terapias dirigidas, en muchos casos hoy es posible
detectar qué mutación es la que está conduciendo al crecimiento del
tumor. Con esta información, se apunta a blancos moleculares que
permiten “lograr con muchísima más frecuencia que con la
quimioterapia que los tumores se achiquen y que la enfermedad pueda
cronificarse, con el agregado de que estos tratamientos son por boca y
con menos toxicidades si las comparamos con la quimioterapia”. Estos
blancos moleculares se pueden detectar en la misma biopsia y en forma
gratuita, destaca el experto.
“En resumen: dejar de fumar, instaurar estudios de imágenes para
detección precoz, y el acceso a las nuevas terapias son claves para
reducir la aparición del cáncer de pulmón, detectarlo tempranamente y
tratarlo apropiadamente”, concluye Martin.
Accidente Cerebrovascular (ACV)
Nueve de cada 10 accidentes cerebrovasculares (ACV) están asociados a
factores de riesgo que se pueden prevenir y/o tratar. Principalmente,
hipertensión, diabetes, colesterol elevado, tabaquismo, sedentarismo y
fibrilación auricular.
“Modificando hábitos dietéticos (disminución de ingesta de
ultraprocesados y carnes rojas, consumo de pescado, frutas y verduras,
cesación tabáquica y consumo moderado de alcohol) y realizando 30
minutos de ejercicio moderado 5 veces por semana y con controles
médicos periódicos disminuye enormemente el riesgo de padecer un
ACV”, explica el neurólogo Ramón Leiguarda, director del Instituto
de Neurología y Neurocirugía del Sanatorio de Los Arcos.
Al igual que con otras patologías, durante la pandemia hubo una abrupta
disminución de los controles en la Argentina, por lo que el experto
destaca la importancia de retomar la prevención y la evaluación
periódica con el médico de cabecera.
Ante un ACV agudo, es clave actuar rápido ya que los tratamientos
pueden realizarse hasta 24 horas después de iniciados los síntomas. Y
cuanto antes se los empiece, mejor es el resultado.
“Existe tratamiento para el ACV isquémico agudo a través de
infusión de medicación endovenosa para intentar revertir o minimizar
los síntomas de un ACV (trombolíticos) dentro de las primeras cuatro
horas y media de aparecidos los síntomas. Por eso es indispensable la
consulta inmediata. En algunos casos si logra identificarse un coágulo
o trombo también se puede intentar ‘destapar’ la arteria con un
cateterismo dentro de las primeras horas (trombectomía mecánica). El
tratamiento con medicación endovenosa o cateterismo es enormemente
efectivo, logrando dejar sin secuelas hasta a uno de cada tres pacientes
tratados”, explica.
Para poder actuar a tiempo, es necesario conocer los síntomas de un
ACV. En general aparecen de forma súbita y demandan una consulta
médica urgente. Los más frecuentes son:
* Debilidad o falta de sensibilidad de la cara, brazo o pierna,
especialmente de un solo lado.
* Alteraciones del habla, ya sea por no comprender, no poder expresarse
correctamente.
* Alteraciones visuales: de un ojo o los dos.
* Alteraciones del equilibrio y la coordinación.
* Cefalea muy intensa y súbita.
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)
Se caracteriza por ser una limitación crónica y persistente al flujo
de aire producida principalmente por la exposición al humo del tabaco,
al humo de leña, polvos y gases ocupacionales. Es una enfermedad de
alta prevalencia, prevenible y tratable. Dejar de fumar es la medida
inicial para combatirla.
“El reconocimiento precoz de la EPOC es importante para modificar la
exposición a factores de riesgo. Para el diagnóstico de la enfermedad
es imprescindible realizar una espirometría que permita confirmar la
presencia de obstrucción al flujo de aire”, afirma Pablo Simkin,
neumólogo y broncoscopista del Sanatorio de los Arcos y Clínica
Olivos.
En Argentina, según el estudio EPOC.AR, se estima que 2.3 millones de
personas sufren la enfermedad. Simkin advierte que existe “un
importante sub-diagnóstico y diagnóstico erróneo debido a la
subutilización de la espirometría”.
“La sospecha de EPOC se establece por la presencia de factores de
riesgo acompañada o no de síntomas respiratorios. En todo adulto de 40
años o más con historia de exposición a estos factores, con o sin
síntomas respiratorios, se debe considerar el diagnóstico de EPOC y
realizar una espirometría confirmatoria”, suma.
Una vez detectada la enfermedad, existen numerosas pruebas (funcionales
respiratorias, cardiológicas y de imágenes) destinadas a evaluar su
gravedad, su pronóstico e individualizar el tratamiento.
El tratamiento contempla medidas de prevención (educación, cesación
tabáquica, actividad física, nutrición) y puede incluir o no el uso
de fármacos. Entre las medidas no farmacológicas se destaca
fundamentalmente la rehabilitación respiratoria y en casos graves que
lo requieran, el uso de oxígeno. El objetivo es reducir los síntomas,
la frecuencia y gravedad de las exacerbaciones, mejorar la calidad de
vida, la función pulmonar y la tolerancia al ejercicio.
“La elección del tratamiento dependerá de la accesibilidad a la
medicación, la gravedad de la enfermedad y la respuesta clínica. Se
utilizan fundamentalmente drogas broncodilatadoras, entre las que se
destacan los broncodilatadores de acción prolongada. En casos
seleccionados, se recomiendan corticoides inhalatorios”, explica.
“La EPOC es un problema de salud pública de primer orden. Es una
causa mayor de morbilidad y mortalidad con un impacto socioeconómico
importante. Los desafíos más importantes son alcanzar un diagnóstico
precoz, que permita una intervención temprana y lograr optimizar el
acceso de toda esta población a las medidas de diagnóstico y
tratamiento”, concluye.
Alzheimer y otras demencias
“Hoy sabemos que hasta un 40% de los cuadros de demencia se puede
prevenir”, afirma el neurólogo Ramón Leiguarda, por lo que enumera
en primera instancia los factores de riesgo.
* Tabaquismo
* Hipertensión arterial
* Obesidad
* Diabetes
* Sedentarismo
* Ingesta de alcohol
* Bajo nivel educacional
* Aislamiento social
* Depresión
* Pérdida auditiva
* Traumatismo craneano (golpes en la cabeza)
* Polución ambiental
Al analizar este listado, Leiguarda destaca que muchos de estos factores
están relacionados al riesgo cardiovascular o cerebrovascular, por lo
que es importante mantener controles clínicos regulares que permitan
detectarlos en forma precoz para implementar tratamientos eficaces y
mantenerlos bajo control.
“En la prevención de la demencia es fundamental un estilo de vida
saludable: mantener un peso adecuado, dieta sana y equilibrada, evitar
hábitos tóxicos (tabaco, alcohol) y mantenerse activos tanto
físicamente como a nivel intelectual y social. Tanto el ánimo como una
buena calidad de sueño son también importantes y no deben
descuidarse”, afirma.
Los chequeos neurológicos se recomiendan ante la aparición de
síntomas, percibidos por el propio paciente o por quienes lo rodean:
olvidos, dificultades para encontrar las palabras, episodios de
desorientación, cambios de conducta y fallas en la resolución de
problemas.
“El tratamiento de la enfermedad no solo consiste en medicamentos,
sino también en estrategias de estimulación cognitiva y en
establecimiento de pautas y guías tanto para el paciente como para sus
cuidadores o aquellos que lo rodean. La detección temprana nos permite
brindar al paciente y su familia las herramientas para un mejor manejo
de la enfermedad a lo largo de su evolución”, agrega.
“Tenemos muchas herramientas para prevenir la demencia. Mantenerse
saludable y activo a lo largo de la vida es la clave; es importante
realizar ejercicios físicos en forma regular, mantener nuestros
vínculos sociales y estimular constantemente nuestro cerebro a través
de distintas actividades: cursos diversos, estudiar idiomas, juegos de
mesa, juegos en la tablet o la PC… todo sirve en tanto sea desafiante,
novedoso y divertido. Nunca es tarde para implementar estos hábitos en
pos de un envejecimiento saludable”, concluye.
Estudio: Ines Peralta Ramos.
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