Los científicos que participaron del Sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alertaron sobre el impacto generalizado del cambio climático en la naturaleza. En el documento, se hizo especial hincapié en la vulnerabilidad de América Central y del Sur, al tiempo que se ponderó la necesidad de planificar estrategias que permitan la adaptación y mitigación. El aporte del INTA al informe internacional.
Entender el cambio climático, sus repercusiones y riesgos futuros, son los objetivos que buscó abordar el Sexto Informe sobre Cambio Climático del Panel Intergubernamental del Cambio Climático 2022, en el que, a partir de grupos de trabajo, se abordó la compleja situación latinoamericana.
“El informe reconoce los riesgos climáticos y resalta la importancia de cumplir los objetivos de desarrollo resiliente”, señaló Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestal del INTA y quien participó del informe, en el que se analizaron las amenazas, exposición, vulnerabilidad de impactos en la región.
“Nuestro aporte como INTA fue el de proveerles información específica respecto a los bosques y pastizales”, explicó el investigador. Un aporte clave orientado a la generación de conocimiento y la creación de capacidad y de tecnología esencial para la mitigación y adaptación al cambio climático.
Peri fue más allá y destacó la importancia de “priorizar las áreas más vulnerables al cambio climático para superar estos desafíos, ya que no impacta de forma similar en todo el país”. Para ello, recomendó un plan nacional de adaptación en el que participen los actores de las regiones más afectadas.
En esta línea, explicó que, para generar sinergias positivas y tener mejores resultados es importante la integración de distintos enfoques locales, como el conocimiento indígena, además de la integración de los sistemas de conocimientos de las ciencias naturales y sociales.
“La conciliación basada en ecosistemas naturales es la estrategia de adaptación más común para los hábitats terrestres y de agua dulce”, indicó el especialista. De acuerdo con el investigador, hay un enfoque en la protección de la vegetación nativa mediante la implementación de áreas protegidas y el pago por servicios ecosistémicos, especialmente aquellos relacionados con la provisión de agua.
La complejidad biofísica económica y social, se encuentra inmersa en estrategias y políticas de Estado nacionales y provinciales de largo, mediano y corto plazo, que buscan fortalecer la conciencia ambiental, limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y ofrecer herramientas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030.
En este sentido, el INTA presentó recientemente el Programa Nacional de Agricultura de Precisión, una propuesta que busca potenciar la generación de tecnología orientada al desarrollo de sistemas agroalimentarios sostenibles. Adicionalmente hay proyectos extrapresupuestarios, financiados por la cooperación internacional que brindan tanto conocimiento, metodologías, lecciones aprendidas y buenas prácticas para diferentes actores, sistemas productivos y ámbitos.
En relación al sector agropecuario, el informe prevé un impacto mayor en los medios de vida rurales y la seguridad alimentaria, en particular, para los pequeños y medianos agricultores y los pueblos originarios de las montañas. Además, los cambios pronosticados en el clima global, junto con la expansión agrícola, afectarán fuertemente los humedales de América del Sur, así como la conservación de la biodiversidad y la disponibilidad de agua.
Por esto, en cuanto a la agricultura y la silvicultura en la región, se están reforzando las tareas de conservación del suelo y el agua, la diversificación de cultivos, la agricultura climáticamente inteligente y los sistemas de alerta temprana. En ganadería la gestión de los pastizales y el ganado integran, cada vez más, modelos de producción de baja demanda de carbono.
Otra alternativa productiva a la deforestación, y con miras a la convivencia armónica del bosque nativos con la producción ganadera, es la denominada Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI). “Es una visión integral del ambiente que busca el equilibrio entre la capacidad productiva, su integralidad y sus servicios para mantener y mejorar el bienestar del productor y las comunidades asociadas”, explicó Peri.
La mayor parte de los bosques nativos en Argentina cuentan con ganadería. En este contexto, en 2015 se firmó el Convenio Marco Interinstitucional entre los actuales Ministerios de Agroindustria y el de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación para la implementación del acuerdo técnico sobre “Principios y Lineamientos Nacionales para Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI)”.
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