Exclusivo – Radio Mon Pergamino | En una entrevista exclusiva concedida al periodista Gustavo Pérez Ruiz en su programa vespertino de Radio Mon Pergamino (AM 1540), la enfermera Sabrina Russo, de 46 años, relató en primera persona el calvario que asegura haber vivido a manos del sacerdote Rodrigo Vázquez, a quien denunció por situaciones de hostigamiento, violencia física, psicológica y acoso.
Russo explicó que conoció al religioso en marzo de este año, cuando él comenzó a visitar su hogar para asistir espiritualmente a su madre, que padece Alzheimer. “Al principio era mi confesor y consejero espiritual, pero luego las visitas se volvieron diarias, a toda hora, con mensajes y llamadas constantes. Se fue generando un vínculo que él insistió en mantener, incluso cuando yo quise cortar”, relató.
La enfermera denunció que el sacerdote llegó a irrumpir en su domicilio en plena madrugada utilizando llaves que ya tenía en su poder. “Ingresó a mi habitación a los gritos, con celos desmedidos, me empujó, me agarró de los brazos y me insultó”, contó. Según su testimonio, el comportamiento del sacerdote derivó en una persecución constante: seguimientos en la calle, escenas de celos en su lugar de trabajo y hasta amenazas. “Me enteré de que llevaba un arma en el auto. Eso me dio miedo y me impulsó a denunciarlo”, afirmó.
La denuncia fue radicada en la Comisaría de la Mujer de Pergamino, donde Russo entregó audios y mensajes como prueba, además de declarar bajo reserva. Desde entonces, cuenta con custodia policial permanente. El caso tomó relevancia cuando la policía realizó un allanamiento en la vivienda del sacerdote y halló un importante arsenal de armas, lo que sorprendió incluso a la denunciante.
El sacerdote denunciado es Rodrigo Vázquez, ex capellán militar, conocido por declaraciones públicas en contra del arzobispo Jorge Ignacio García Cuerva, a quien había acusado de homosexual. También arrastra antecedentes de denuncias por discriminación y amenazas.
Russo aseguró que en la Iglesia estaban al tanto de la situación: “Hablé con una referente que me dijo que informara al obispo. Él ya sabía, pero Vázquez rompió los protocolos y siguió viniendo a mi casa”. Hasta el momento, desde la parroquia Santa Julia —donde el sacerdote se desempeñaba— no hubo pronunciamientos oficiales.
La enfermera afirmó que decidió hacer público su testimonio “para que otras mujeres que estén pasando por lo mismo se animen a hablar y pedir ayuda”. Y agregó: “No culpo a la Iglesia, sigo siendo católica. Esto es responsabilidad de una persona. Pero necesitamos que se respeten las leyes y que nadie más sufra en silencio”.
El caso ya generó repercusión en medios nacionales y abre un nuevo capítulo en la discusión sobre el accionar de sacerdotes denunciados y el rol de las instituciones religiosas frente a situaciones de violencia de género.
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