Existe una creciente tendencia a seguir dietas basadas en plantas o
dietas veggie incluyendo veganas, vegetarianas o flexitarianas, sin
consumo habitual de alimentos de origen animal, y, por ello, se está
investigando mucho al respecto «De hecho, existen hasta el momento más de 9 mil publicaciones científicas relacionadas y según datos de google trends las búsquedas sobre el tema han demostrado el creciente interés de la población en todo el mundo» explica Diana Díaz Rizzolo profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
¿QUÉ NOS DICE LA CIENCIA SOBRE LAS DIETAS BASADAS EN PLANTAS O “VEGGIES”?
Una dieta veggie saludable tiene como objetivo maximizar el consumo de
alimentos vegetales densos en nutrientes «sabemos que evitar los
alimentos de origen animal es una técnica dietética totalmente
compatible con la salud humana en cualquier etapa de la vida y así hace años que se posicionan las más importantes asociaciones de dietética como la American Dietetic Association» indica la profesora de la UOC.
Pero, los principales investigadores en el campo tienen diferentes
opiniones sobre qué comprende la dieta óptima a base de plantas:
¿Reducir, evitar o eliminar los alimentos de origen animal de la dieta?
Porque, si el motivo es la disminución de los alimentos de origen
animal, si una dieta predominantemente basada en plantas es buena, ¿es
incluso mejor una sin, es decir, vegana?
Para Díaz, lo que está claro es que en términos de impacto
medioambiental, la reducción de carne es clave y cuanto menos origen
animal, mejor. «Pero a nivel de salud no lo tenemos tan claro, ya que,
aunque faltan estudios que comparen ambas dietas, lo que tenemos hasta ahora nos dice que ambas son saludables de igual forma» explica. Para expertos, la dieta veggie es más saludable que una dieta omnívora ya que, hasta el momento, ha demostrado disminuir el riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, dislipidemia y diabetes tipo 2, pero también disminuir la mortalidad por cualquier causa.
Por otro lado, más allá de la cantidad de alimentos de origen animal,
las dietas basadas en plantas pueden ser saludables ¿o no?. De hecho,
varios estudios han demostrado que las propiedades beneficiosas de las
dietas basadas en plantas en la prevención de patologías crónicas
sólo ocurren cuando estas son saludables. La pregunta sería: ¿Cómo
adoptar una alimentación sostenible con el medio ambiente y que además
sea saludable?
CÓMO MANTENER UNA DIETA SOSTENIBLE Y SALUDABLE
Una dieta veggie basada en plantas no debe llevar más trabajo, no debe
ser más costosa económicamente y no debe planificarse en exceso. En
definitiva, debería equivaler a las atenciones que se pone en formular
una dieta omnívora (aunque en muchos casos no sea así).
El primer punto clave que debemos tener en mente es la planificación y
la profesora Diaz de la UOC, lo divide en tres subapartados:
* Evitar retirar el alimento proteico animal y rellenar el vacío con
el resto de alimentos del plato. Se acostumbra a rellenar la parte
animal a base de cereales lo que en el balance global produce una
disminución del aporte proteico y un aumento de los carbohidratos
consumidos. En su lugar, debemos reformular el plato o buscar otras
fuentes proteicas aptas para vegetarianos/veganos.
* Evitar sustituir por análogos de carne ultra procesada. En
concreto, según los datos más recientes, el consumo de ultraprocesados
en personas vegetarianas/veganas es elevado. Ocurre porque los aspectos
más positivos de los substitutos de carne son justamente que se
parezcan lo máximo posible a ella. Y para conseguirlo, se formulan las
mejores combinaciones para ganar potencia organoléptica a pesar de que
ello descuide totalmente la calidad nutricional del producto.
* Conocer fuentes proteicas vegetales saludables. Entre ellos tenemos
la soja y sus derivados (soja texturizada, tempeh, tofu, heura y vainas
de soja o edamame), seitán (a base de proteína de trigo), quorn (a
base de microproteínas) y las legumbres en general (lentejas, alubias,
garbanzos, etc).
El segundo punto clave sería los déficits y posibles riesgos de las
dietas veggies basadas en plantas «Durante muchos años se ha inducido
al miedo de no cubrir requerimientos o presentar problemas de
malnutrición y de salud al seguir estas dietas pero nada más lejos de
la realidad» indica Díaz. Los patrones flexitarianos, vegetarianos e
incluso veganos pueden ser completos en proteínas, aminoácidos
esenciales y de gran calidad biológica y en muchos otros nutrientes
cuestionados como vitamina D, zinc, calcio y hierro.
Para la experta, el único micronutriente esencial en la suplementación
de una persona que decide iniciar una dieta veggie es la vitamina B12,
la cual es sintetizada por bacterias y está presente en el suelo. Los
humanos podemos incorporar esta vitamina en nuestra dieta de dos
maneras: consumiendo los herbívoros que lo incorporan a través del
consumo de alimentos en la tierra que pastan, o, a través de la
suplementación indirecta o directa. Las dietas no veganas que implican
restricción de alimentos de origen animal (ovo-lacto-vegetarianas,
ovo-vegetarianas, lacto-vegetarianas, pescetarianas o flexitarianas)
pueden incorporarse pero en ningún momento se asegura su aporte diario.
De hecho, los últimos estudios nos dicen que la deficiencia de vitamina
B12 puede llegar al 85% en adultos. Para la experta de la UOC,
parecería razonable monitorizar las cantidades en analíticas y tomar
decisiones en relación a ese dato pero no es una opción real ya que
pueden ocurrir diversas situaciones:
* El déficit de vitamina B12 en población con dieta veggie no
acostumbra a presentarse como anemia megaloblástica (o perniciosa) por
elevado contenido dietético de ácido fólico (B9) que compensa. Esto
dificulta el diagnóstico de déficit de B12.
* Existen reservas de vitamina B12 en el organismo pero debido a un
reaprovechamiento (por vía enterohepática) el déficit detectable
puede tardar algunos años en instaurarse ya que se detectaría también
la forma inactiva de la vitamina (que representa alrededor del 80%).
* Por el consumo de alimentos que tienen nutrientes que son análogos
de la vitamina B12. Es decir, nutrientes que parecen B12 pero no lo son
y pueden falsear una analítica.